“Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos, y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”. (Eduardo Galeano).
Nuestra escuela y sus dos niveles: Primero el nivel Prebásico, es aquí donde empiezan nuestros niños y niñas su gran camino por nuestro establecimiento. Es aquí donde ellos comienzan a formarse, a construir sus primeras amistades que incluso a veces pueden ser para toda la vida. Es aquí donde tienen sus primeros contactos con lo que va a ser su vida escolar.
Es por esto que para nosotros en Prebásica es tan importante que los niños y niñas vean en ella un mundo lleno de desafíos, sepan que aprender puede ser un camino maravilloso, para conocer y entender el mundo que los rodea. Que aprendan que todos nos podemos caer, pero que la importancia radica en como tratamos de levantarnos.
Por esto mismo, para poder ofrecerle a cada niño y niña experiencias realmente significativas es que este año se ha trabajado con talleres, en jornada escolar extendida. Ha sido una experiencia positiva y gratificante.
Igual de gratificante es estar rodeados de tantas sonrisas todos los días, no olvidemos que: “Lo que la luz del día es para las flores, las sonrisas son a la humanidad” (Coelho).
Mientras que en el nivel básico: Educar, es una tarea conjunta, un desafío diario y fascinante.
Desarrollar en cada niño y niña las herramientas y habilidades que le permitan irse descubriendo como ser integral y capaz de vivir en sociedad, es una ardua tarea en la cual convergen variadas instituciones educativas. La familia y la escuela son consideradas esenciales, porque comparten en común; la formación completa y armónica del niño y niña, a lo largo de los distintos períodos del proceso educativo, estas dos agencias le aportarán los referentes que les permitirán integrarse en a una sociedad cada vez más exigente.
Indiscutiblemente, estas dos influencias, escuela y familia, necesitan converger para garantizar la estabilidad que requiere una formación integral y adecuada de nuestros estudiantes.
Tomando en cuenta lo anterior es de vital importancia trabajar en conjunto generando lazos de confianza y empatía, pues esta relación de confianza es la que determinará, matizará y dará forma a la relación familia – escuela, que debe estar marcada por una actitud de responsabilidad compartida y complementaria en la tarea de educar a los hijos e hijas. Ello implica una verdadera relación de comunicación donde padres y profesores establezcan una vía abierta de información y de orientación, basada en el respeto y la validación de las labores individuales y colectivas que tiendan a generar los mejores aprendizajes, no sólo cognitivamente hablando, sino para el desarrollo de una vida armónica y responsable.
En conclusión, la relación que se establezca entre las familias y la escuela debe propender a generar una comunidad educativa, en donde todos los actores sociales aporten al mejor desempeño de esta.